"Alguien dentro de tu respiración
te da también respiración,
promesas de unión.
Respira con él hasta tu último aliento.
Él te lo da con amabilidad y misericordia"
Mawlânâ Rûmî (1207-1273)

Comentario:
La respiración, en tanto que función fisiológica, es automática. Se produce en mí sin mí. Nuestra disposición biológica nos permite respirar sin tener que preocuparnos a cada momento de tener que inspirar y expirar, ¡cosa que nos facilita mucho las cosas! Aun a pesar de no ser consciente de ella, continúo respirando. Pero, al tiempo, la respiración es la única función fisiológica que puedo convertir en consciente modificándola a voluntad. Ser conscientes de la respiración, hûsh dar dam, lo enuncian en persa los derviches naqshis, nos abre a una nueva dimensión de nosotros mismos y de la realidad. La respiración no es un puro acto mecánico sino un ejemplo de la vida haciéndose en mí, operando en mí, transitando a través mío. En la medida que soy consciente de ello y al mismo tiempo que me vacío en su ritmo, puedo afirmar que yo no soy quien respira, sino que es la propia respiración la que me respira, del mismo modo que la vida me vive y se hace en mí. De otro lado, la respiración nos sitúa en el ahora y aquí. Una curiosidad léxica: en persa, la palabra dam quiere decir tanto "instante" como "respiración". Así, cuando se define al sufí como "el hijo del instante" es lo mismo que decir "el hijo de la respiración", que se hace para cada ahora y no para después. Toda respiración no consciente es, en definitiva, una respiración muerta. Todo instante vivido en la ausencia y la desatención es un instante perdido, como si no se hubiese vivido. Halil Bárcena