"Nuestra santa obra no se habrá concluido
hasta que yazcan en ruinas todas las mezquitas
que se levantan debajo del sol.
El verdadero musulmán no se manifestará
hasta que sean una sola cosa la fe y la infidelidad"
Mawlânâ Rûmî (m. 1273)

Comentario:
El derviche no es una suerte de Sansón cuya misión sea destruir los templos. Hoy, los templos se derrumban ellos mismos solos, piedra a piedra, como consecuencia del desgaste y de las profundas mutaciones culturales de nuestras sociedades de innovación y conocimiento. Porque no es que vivamos una época de cambios, sino que estamos asistiendo a un verdadero cambio de época, en el que los templos se vienen abajo estrepitosamente, carentes ya de todo sentido. Pero, no lloremos por ellos sobre sus ruinas, ni malgastemos esfuerzos tratando de levantar otros templos supuestamente mejores, adaptados a los tiempos que corren. Aquí no cabe la nostalgia, ni el voluntarismo esforzado de quien pretende remozar lo irremozable. Y es que tal vez haya llegado el momento en que no necesitemos ya de más templos para vivir la cualidad humana profunda, eso que en el tiempo pretérito de las religiones se dio en llamar espiritualidad. Quizás sea hora ya de emanciparse de la tutela de lo religioso para poder ver, al fin, sin sus lentes deformantes, la maravilla sin fin que se despliega ante nosotros. Halil Bárcena