miércoles, 16 de julio de 2008

Del silencio que libera


"Para esa liberación el camino es el silencio"


Mawlânâ Rûmî (m. 1273)






Comentario:


Silencio no sólo es suspender el flujo de la palabra, sino bajar el volumen de intensidad del ruido ensordecedor de la mente desbocada saltando de idea en idea, de recuerdo en recuerdo. No es no decir nada el silencio del que da cuenta el derviche, sino callar el estruendo de ese yo hipertrófico alimentado por deseos y temores, anhelos y expectativas, que nos mueve a su antojo de aquí para allá. Silencio no es callar nada más, sino liberarse de las valoraciones e interpretaciones habituales -y con frecuencia incuestionadas- que uno hace de la realidad. Silencio es borrar de nuestro pensar y sentir los patrones de lectura con los que interpretamos el mundo. Silencio, para el derviche, es vaciarse de sí hasta el punto de que las cosas comiencen a hablar por ellas mismas, independientemente de uno. No hay silencio en un vivir sustentado sobre el propio interés. Para el hombre que ha silenciado sus deseos, todo cuanto existe habla, mejor aún: todo emite su propia melodía, puesto que el mundo se ha convertido para él en una sinfonía hecha a base de notas ora silentes, ora estruendosas. Silencio es ver la realidad tal como es en sí misma, no como nosotros deseamos que sea. El silencio es, bien lo sabe el derviche, ese testigo admirado de todo cuanto hay y es, camino de liberación y, al mismo tiempo, meta. Y es que, en cierto modo, el medio, que es el silenciamiento que libera, es ya el fin. Halil Bárcena