miércoles, 25 de junio de 2008

Del amor cierto


"Todo el mundo sabe que el amor es el poder supremo que une al ser humano con lo divino, pero nadie que no esté libre de la tiranía de su ego es capaz de amar"

Yûsuf Hamadânî (m. 1140)





Comentario:

Sin desegocentración, esto es, sin el silenciamiento previo del yo fenoménico y contingente, eso que los sufíes denominan al-nafs al-ammâra, no hay amor cierto, que es entrega libre e incondicional, universal y desinteresada. Todo cuanto se realiza desde los dominios del ego, retorna a él una vez más reforzándolo. El ego no mira más allá de sí, siempre piensa en él, de una u otra manera. Así, no hay camino interior posible si uno toma como guía de sus pasos los propios sentimientos y emociones, ya que éstos obedecen a los intereses egoístas del yo. Ni los más nobles sentimientos escapan a la tiranía de la nafs. De hecho, los sentimientos y emociones constituyen una suerte de palacio ficticio en el que vivimos recluidos por el yo. ¡Un palacio que es en realidad prisión! De ahí que la condición indispensable del amor verdadero sea, afirman los derviches, haber muerto a uno mismo. La madurez en el camino sufí consiste, justamente, en saber discernir entre mis sentimientos, superficiales y fugaces, y un sentir mucho más hondo y sutil que me arranca de mí mismo y me pone en sintonía con el existir de todas las cosas. Halil Bárcena