domingo, 25 de mayo de 2008

Misticismo sufí



Una vida plena … ¡y sin sillas!


Halil Bárcena



¿Mística? ¿Mística sufí? Como tal no existe, independientemente de las decenas de libros escritos al respecto y de las numerosas definiciones que sobre ella se han formulado. El sufismo no es una especialización religiosa, ni mucho menos aún una rareza exclusiva de un puñado de excéntricos. Tampoco es el sufismo el islam debidamente practicado, a no ser que se hayan confundido mística y piedad, mística y ritualismo, espiritualidad y religión. De hecho, ninguna mística, creo yo, es una religión debidamente practicada. El sufismo, la mística sufí, sólo es vivir despierto -¡que no es poco!-, alerta, de forma espontánea. Nada más que vivir. Al fin y al cabo, la vida es su propia meta. Vivir plenamente, sin ataduras, más allá de todo condicionamiento, en especial el religioso. “¿Sufí chist? ¡Sufí, sufist!”, reza en persa un viejo adagio derviche. “¿Qué es un sufí? ¡Un sufí es un sufí!”. El sufismo, al igual que la vida, es indefinible, sólo puede ser vivible. ¿Sufismo? ¿Mística? Pues eso, nada más que vivir. Vivir … y beber. Saber … y sabor. Vivir en sufí es optar por el café turco especiado frente al café de máquina. ¿Sufismo? ¿Mística? Vivir plenamente … y ¡sin sillas!, a ras de cielo (perdón, quise decir suelo). Ya lo decía Gandhi, las sillas, como la prisa o la culpa, son tan antiespirituales… !


(Publicado en El Ciervo nº 672, marzo 2007, p. 23)