Una importante semilla
del sufismo
Halil Bárcena

Con motivo del 800 aniversario del nacimiento de Yalâl al-Din Rumí, la UNESCO ha declarado el 2007 como “Año Internacional Rumí”, en honor del que es considerado como el más grande poeta místico del Islam y una de las cimas de la espiritualidad universal de todos los tiempos. Al fin y al cabo, su ímpetu creativo, así como su irradiación espiritual, no se confinó a los límites del islam. Rumí nació en las proximidades de Balj (Afganistán), el año 1207, en el seno de una ilustre familia de sabios musulmanes, que, ante la presión amenazadora de las hordas mongolas, huyó de su patria para, tras un largo periplo, recalar en la ciudad turca de Konya, donde moriría un 17 de diciembre de 1273. Inspirador de la cofradía sufí de los derviches giróvagos, célebres por su danza cósmica circular, Rumí, llamado Mawlânâ (“nuestro maestro”) por sus seguidores, constituye uno de los polos del tasawwuf o sufismo, la dimensión interior y más universal del islam. Rumí, cuya fértil filosofía mística, caracterizada por su espíritu de tolerancia y su universalismo integrador, ha impregnado de modo decisivo todo el pensamiento místico del islam, desde el siglo XIII hasta nuestros días, es autor de una vasta obra poética en lengua persa entre la que sobresale el Mathnawí, verdadera teodicea de cerca de veinticinco mil versos, considerado, justamente, como una suerte de Corán persa.

La fecunda biografía de Rumí, su riquísimo registro de experiencias espirituales, constituye, sin duda, un excitante viaje sin retorno más allá de las fronteras de lo previamente establecido. Un viaje del islam al sufismo y de éste a lo que el propio maestro de Konya denominó la “senda del amor”. A la postre, esa fue su verdadera fe y su religión, el amor. Rumí osó denunciar y, más importante aún, trascender con una pasión desmedida cuantos límites impone la religión y su rigidez dogmática, a menudo aliada del poder.
En las últimas décadas, gracias al fenómeno creciente de la globalización del conocimiento y a las facilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, la proyección del maestro de Konya ha sobrepasado con creces los lindes geográficos -y los espirituales también- del islam. Hoy, el legado literario y espiritual de Rumí está presente -e influye- en el estudio de la espiritualidad en los más diversos medios y ámbitos de todo el mundo. Traducido a las lenguas más importantes del mundo, Rumí es, actualmente, a la vuelta del tiempo, un poeta universal. Como dice la islamóloga germana Annemarie Schimmel, ningún otro místico y poeta del mundo islámico es tan conocido en Occidente como él. Sorprendentemente, algunas de las traducciones de sus poemas han llegado a lo más alto de las listas de libros más vendidos en Estados Unidos y, en menor medida, en Europa. El 25 de noviembre de 1997, el rotativo norteamericano The Christian Science Monitor recogía un artículo de la periodista Alexandra Marks en el que se afirmaba que Rumí era el poeta más vendido en los Estados Unidos.
La proclamación por parte de la UNESCO del Año Rumí 2007, supone el reconocimiento oficial del carácter universal de la filosofía mística del maestro de Konya, así como la culminación de varios siglos de interfecundación entre Occidente y lo mejor del Oriente islámico. En cierto modo, la celebración mundial de dicha efeméride, un acontecimiento no carente de trascendencia en esta época de encuentro forzado de culturas, vendría a hacer bueno el aforismo sufí según el cual: “El sabio lo es para todo el mundo”.
(Publicado en La Vanguardia, 1 de mayo de 2007, p. 22)