Mawlānā Rūmī en las redes sociales
¿Acaso dijo Mawlānā Rūmī (q.a.s.)
"la herida es el lugar por donde entra la luz"?
Halil Bárcena
Ignoro si la herida es el lugar por donde entra -o sale- la luz. La verdad es que tampoco me importa mucho. Lo que sí sé es que tal afirmación, más propia del charlatanismo psicologista hoy tan en boga, no la pronunció Mawlānā Rūmī (q.a.s.). Más bien parece inspirada en la canción "Anthem" de Leonard Cohen -"Hay una grieta, una grieta en todo. Así es como entra la luz"-, aunque tampoco eso me preocupa demasiado. Sea como fuere, lo cierto es que tales palabras se han convertido en una más de las muchas falsas atribuciones que sufre Mawlānā Rūmī (q.a.s.) y que inundan por doquier las redes sociales.
Pero, veamos qué dice exactamente el sabio sufí de Konya, a fin de comprobar la tergiversación de su pensamiento, fruto de las adaptaciones libérrimas de sus versos que nos llegan de Estados Unidos y que después se difunden y repiten a trote y moche sin el más mínimo criterio.
En el último tramo del primer volumen del Maznawī, en el marco de un pasaje más general protagonizado por el profeta Yūsuf (a.s.), prototipo coránico de la belleza humana, subraya Mawlānā (q.a.s.) la importancia del pīr (پیر) o guía espiritual -equivalente persa del árabe šayj (شيخ)-, que es comparado con un médico cirujano a quien el ser humano maltrecho debe confiar la curación de su herida espiritual. Pues bien, en un momento determinado, Mawlānā (q.a.s.) afirma:
"Si el pīr (پیر) coloca una venda sobre tu herida, una vez el dolor ha remitido y con él tus quejidos,
de tal suerte que crees estar ya curado del todo, es que el rayo de la venda ha brillado sobre tu herida.
¡Ten mucho cuidado y no tuerzas la mirada al ver el vendaje! ¡Oh tú, que estás herido, reconoce de una vez que la curación proviene del rayo de la venda y no de tu propia naturaleza! (Maznawī I, 3225-3227).
En resumen, que lo que realmente sana nuestra herida es el remedio que nos aplica el pīr (پیر), el guía espiritual, y no nosotros mismos. Y, por supuesto, nada se dice aquí de la herida ni de si por ella entra o sale la luz, puesto que, en esta oportunidad, lo que Mawlānā Rūmī (q.a.s.) desea subrayar es la necesidad imperiosa que todo buscador sincero tiene de un pīr (پیر) o šayj (شيخ), legítimo y cualificado, a la hora de transitar a través de la difícil senda del perfeccionamiento interior que es el taṣawwuf o sufismo islámico. Más aún, en otro lugar Mawlānā (q.a.s.) nos recuerda el viejo dicho sufí según el cual el aspirante ha de ser con el guía como el cadáver en manos del que lo lava.