Decir bien el sufismo
En defensa del buen uso del léxico técnico sufí o iṣṭilāḥāt (اصطلاحات)
Halil Bárcena

Toda actividad humana, arte, oficio, ciencia o disciplina posee su propio vocabulario terminológico, en el que se concentra experiencia y saber. El sufismo no es una excepción. Adentrarse en la senda sufí comporta conocer su léxico específico y usarlo con propiedad y corrección en todos los sentidos, incluso cuando se pronuncia, se escribe o se translitera desde su lengua original, mayoritariamente el árabe -buena parte del léxico sufí procede del Corán- y el persa.
Y todo ello no solo por rigor intelectual, que también, sino por amor, respeto y fidelidad a la propia tradición. No en balde, el sufí es, entre otras cosas, un custodio del lenguaje y su verdad.
El léxico técnico del sufismo, fruto a partes iguales de la reflexión y la inspiración de tantos y tantos hombres y mujeres arrebatados por la pasión amorosa, constituye un verdadero tesoro de amor, belleza y sabiduría. Louis Massignon (1883-1962) le dedicó al tema un ensayo imprescindible: "Essai sur les origines du lexique technique de la mystique musulmane" (1922).
Desde dentro de la propia tradición sufí, y más cercano en el tiempo, el Dr. Javad Nurbakhsh (1926-2008), entre otros muchos, realizó en vida un trabajo ímprobo a fin de preservar la integridad del vocabulario sufí y su fértil simbolismo.
Porque, como tantas veces nos ha advertido el profesor Seyyed Hossein Nasr, uno de los últimos grandes referentes vivos que nos quedan, nada contribuye tanto a la degradación de la tradición sufí como el olvido o mal uso de su lenguaje técnico y el abandono del calendario islámico hiŷrī, tema este último del que nos ocuparemos otro día.