jueves, 7 de junio de 2018

El pintor Hashim Cabrera, traducido al turco

Hashim Ibrahim Cabrera,
un artista andalusí de hoy, en turco

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Puede decirse, sin temor a exagerar, que en las últimas cuatro décadas, el nuevo islam español, heredero del fértil legado andalusí, ha comenzado a dar sus primeros frutos literarios. Efectivamente, existe en España un valioso puñado de autores musulmanes con una notable obra publicada ya que abarca campos tan diversos como el sufismo, la exégesis coránica, la islamología o la reflexión política. Una de las voces más sobresalientes de dicho nuevo islam español, denominado por algunos como islam andalusí contemporáneo, es, sin duda alguna, Hashim Ibrahim Cabrera (Sevilla, 1954), artista plástico y escritor, cuya obra Islam y Arte Contemporáneo (1994) acaba de ser traducida al turco por Ibrahim Ayberk, con el título Islam ve Çağdaş Sanat (Hece Basın Yayın: Ankara, 2017). La versión turca del libro reproduce la segunda edición española, que incluye algunos ejemplos artísticos a todo color[1].
Si damos cuenta de dicha publicación en estas páginas es porque consideramos que se trata de una excelente noticia. Disponer en turco de un libro que expone en primera persona las reflexiones de un artista musulmán español de nuestros días nos parece muy reseñable, máxime teniendo en cuenta el aprecio que en Turquía se tiene por el arte en todas sus expresiones, ya se trate del viejo patrimonio otomano o de las manifestaciones artísticas más contemporáneas y rupturistas.
Si algo debe subrayarse, en primer lugar, de la personalidad creadora de Hashim Ibrahim Cabrera es que no se trata solamente de un artista que pinta, sino que al mismo tiempo es un fino y profundo intérprete no ya de su propia obra sino del proceso creativo como tal, en tanto que indagación en la esencia de la forma, el color y la luz, y de la significación del arte en sí, que en su caso, afortunadamente, no es la proyección de una personalidad neurótica, ni la exteriorización de una interioridad problemática y atormentada. Como indica el propio autor en la introducción del libro, en la que muestra sin ambages sus profundas convicciones, se trata de “abordar un análisis del quehacer artístico, desde una actitud unitaria que se desprende de un modo de entender y vivir la Realidad”.      
En otras palabras, la obra de Hashim Ibrahim Cabrera, tanto su expresión pictórica como su reflexión acerca de la significación del arte, nace y se nutre de una manera unitaria de ser, estar y hacer en el mundo derivada del tevhid islámico, que no es para él, por supuesto, ni un dogma religioso en el que creer, ni tampoco un constructo filosófico al que adherirse racionalmente. El tevhid de nuestro autor, que tanto le debe a la experiencia de infinitud divina de los sufíes, implica un posicionamiento concreto ante la vida y la realidad, caracterizado por la entrega confiada al principio divino, uno y único, que hace que las cosas sean los que son. En nuestro autor, insisto, tanto en su obra pictórica como en su reflexión teórica, se intuye a una persona dotada con una notable capacidad de reconocer lo sagrado y de abrirse a ello.
De tal experiencia del tevhid se deriva la particular visión del arte que posee Hashim Ibrahim Cabrera; un arte, como el propio autor detalla en el libro, “al servicio del hombre, no contra él. Un arte y un pensamiento que den al hombre la medida de su relatividad, de su contingencia, que le haga más consciente de la Realidad y no solo de la mísera realidad humana, que sea su vínculo con la Utopía, con el Jardín Prometido o el Edén Perdido, como contrapeso de esperanza a la incesante creación de vida y muerte que le rodea por dentro y por fuera. Un arte que no estuviera supeditado a la demanda del mercado o al afianzamiento de la ideología, sino tan solo su propia creación, como regalo irrepetible a la criatura. Un arte, en fin, que no fuera sólo el lamento de una personalidad neurótica o la expresión de un problema personal, sino la mediación que alcanzara a todo ser humano, inteligible y única”.  


Hay algo en las palabras de nuestro autor que destila autenticidad. Y eso es algo infrecuente en ciertos ámbitos artísticos, que se da solamente en los artistas de verdad; en los artistas y también en los poetas de verdad y en los místicos. Porque al artista, como al poeta y el místico, no le  pedimos que nos deslumbre, sino simplemente que sea auténtico. De hecho, artistas, poetas y místicos no tienen derecho a mentir. Y es que su rigor, fruto de su compromiso interior con la verdad, no se lo permite. Pues bien, cuando uno se enfrenta a la obra de Hashim Ibrahim Cabrera tiene la sensación de estar ante alguien auténtico y ante una expresión artística que es verídica y no un mero artificio. En ese sentido, podría decirse que toda senda que uno emprende, que toda aventura artística, es válida en la medida que se recorre con sinceridad, dedicación y pasión, tres virtudes presentes en el artista andaluz.  
Pero, si la autenticidad es una de las señas de identidad del quehacer artístico de Hashim Ibrahim Cabrera, la otra es, a nuestro modo de ver, el atrevimiento. Un artista siempre toma riesgos. En realidad, toda creación implica explorar ciertos límites, y para hacerlo uno debe arriesgarse. Con todo, no debe confundirse jamás el atrevimiento con la frivolidad, tan frecuente, por desgracia, en otro tipo de arte y de artistas, muy diferentes al autor que aquí nos ocupa. El artista andaluz lleva años explorando los límites de las formas, de los colores y de la luz. Y ya se sabe, todo aquello que se realiza al límite y en el límite posee un valor especial. Los años de dedicación artística y el tiempo transcurrido desde su aceptación de la cosmovisión islámica condensada en el tevhid le han permitido cultivar otra mirada, la del ojo que se abre cuando todo se ve en lo divino y lo divino se ve en todo. Por fortuna, el lector turco podrá tener acceso a dicho universo artístico gracias a la traducción del libro que aquí presentamos.

Halil Bárcena (Barcelona, España)
Traducción al turco a cargo de Nesrin Karavar  

(Artículo publicado originalmente en la revista turca de literatura 
Yedi Iklim, nº 339, junio 2018).



[1] Publicado originalmente en 1994 por el Centro de Documentación y Publicaciones de Junta Islámica, apareció una segunda edición, el año 2008, en Córdoba, con la colaboración esta vez de Dawa al-Islamiyya.