martes, 20 de diciembre de 2016

El legado andalusí

Valorar el legado de Al-Ándalus

Halil Bárcena




Asistimos desde hace algunos años a una revisión tendenciosa del valor y el significado de Al-Ándalus, el período islámico de la Península Ibérica. Por supuesto, nada tenemos contra el revisionismo histórico legítimo, el que cuestiona y reinterpreta aspectos centrales del discurso académico y propone diferentes relatos interpretativos basados, por ejemplo, en nuevos datos o pruebas documentales que permiten esbozar puntos de vista distintos a los comúnmente aceptados.
Pero, no nos referimos aquí a ese revisionismo, por otro lado intelectualmente necesario, puesto que la interpretación de la historia jamás puede darse por cerrada, sino a ese otro tipo de revisionismo, en muchos casos tendencioso y malintencionado, que interpreta los hechos históricos de acuerdo a intereses políticos concretos. Y es que la figura del historiador independiente siempre ha escaseado; y los tiempos actuales no son una excepción. Por desgracia, el uso político de la historia, es decir, su tergiversación, ha sido y es constante.
Pues bien, mucho de ello es lo que sucede con ese nuevo revisionismo sobre Al-Ándalus que hemos visto florecer en los últimos lustros en ciertos medios académicos, políticos y periodísticos españoles, un fenómeno que también ha calado en otros países. Por ejemplo, en algunos departamentos de la prestigiosa universidad norteamericana de Georgetown corren los mismos aires revisionistas respecto a Al-Ándalus que en España; y lo mismo ocurre en ciertos medios intelectuales franceses, donde la animadversión hacia el Islam y todo lo islámico, en algunas capas de las sociedad gala, roza la obsesión, independientemente del dramático y siempre condenable azote del terrorismo, del que, por cierto, nadie se salva.
El caso es que, como denunció en su día el historiador Ángel Luis Encinas Moral, autor de una de las obras más rigurosas sobre la realidad andalusí escritas hasta la fecha[1], el actual revisionismo español sobre el pasado islámico de la Península Ibérica se caracteriza por su agresividad dialéctica, hasta el punto de que el rigor académico, exigible a todo debate intelectual, abunda por su ausencia. En palabras del propio autor, se trata de un movimiento revisionista de la historia de Al-Ándalus “con un profundo hedor a cruzada, reconquista y, finalmente, islamofobia”. Piénsese, por ejemplo, en las palabras pronunciadas por un expresidente de gobierno español, cuyo nombre no merece la pena ser citado, en la ya antes referida universidad norteamericana de Georgetown, el año 2004, donde ejerció como profesor durante un breve periodo, en las que afirmó que “el problema de España con Al-Qaeda y el terrorismo islámico empieza en el siglo VIII”, con la islamización de la Península Ibérica y la instauración del poder andalusí. Dos años más tarde, en septiembre del 2006, en una conferencia pronunciada en el Hudson Institute, un prestigioso think tank de Washington, el mismo personaje afirmó lo siguiente: “Yo nunca he oído a ningún musulmán pedirme a mí disculpas por haber conquistado España y por haber mantenido su presencia en España durante ocho siglos”[2].
Acerca, justamente, de la fructífera y decisiva presencia islámica sobre buena parte del territorio de la Península Ibérica -¡España, por supuesto, no existía entonces!- versa uno de los libros más importantes jamás escritos sobre el impagable legado andalusí, Lo que Europa debe al Islam de España[3], obra del insigne arabista catalán Joan Vernet i Ginés (1923-2011), catedrático durante más de cuarenta años en la Universidad de Barcelona y toda una autoridad internacional en el campo de la ciencia islámica. Publicado, por primera vez, el año 1974, el libro, una obra monumental de análisis e investigación, es uno de los textos fundamentales del arabismo y la islamología en España, traducido al árabe, francés, alemán e inglés.
Además de algunos aspectos cruciales sobre el arte y la literatura, Vernet, el sabio Vernet, da cuenta en el libro de todo el quehacer llevado a cabo en Al-Ándalus en el terreno de la filosofía, las ciencias ocultas, las matemáticas, la técnica, la física, la alquimia, la geología, la botánica, la zoología, la medicina, la astronomía y la astrología.  Y es que, como puede comprobarse, todos los campos del saber fueron abordados por el Islam andalusí. Entrevistado por el periodista Arcadi Espada, hace un buen puñado de años, retirado ya el viejo profesor de sus tareas académicas, Vernet respondió así de contundente cuando fue interrogado sobre qué le debe Occidente al Islam, ya no sólo andalusí, sino en su conjunto: “Todo. Menos la literatura, todo. Quizá no convenga decirlo así, con esta contundencia, pero lo cierto es que les debemos una gran parte de lo que conforma y rige nuestra vida, el cero y los manicomios incluidos”[4].  
A veces, se ha tratado de infravalorar la aportación andalusí reduciendo su papel a mera correa de transmisión de los saberes antiguos a Europa, sin apenas haber aportado nada nuevo, con lo que el Islam pasaría por ser un conductor solamente incapaz de innovar, algo que Vernet desmiente categóricamente en su libro: “Reelaborados por el Islam e incrementados de modo decisivo con nuevas aportaciones -el álgebra y la trigonometría, por sólo citar un ejemplo-, pasaron a la cristiandad por medio de traducciones del árabe al latín y al romance y dieron origen al majestuoso despliegue científico de Renacimiento. Una simple estadística de los textos científicos editados en aquel entonces prueba lo mucho que Occidente debe a Al-Ándalus”[5].
Otra novedad crucial que aporta el libro de Vernet es valorar como se merece el influjo del pensamiento andalusí, que no se ejerció, únicamente, hacia el Occidente cristiano, como suele pensarse, sino que también marcó de una forma indeleble al África del Norte y al propio Oriente, si bien esta segunda ha sido mucho menos estudiada. Valga como botón de muestra el caso del zéjel, forma poética tradicional de la literatura árabe. Nacido en la ciudad de Zaragoza y desarrollado ampliamente en Córdoba, el zéjel, que en árabe dialectal significa “canción”, fue exportado a Iraq, desde donde se expandió hacia Siria y Líbano, perviviendo hasta nuestros días como vehículo ideal para expresar la sátira política. El año 2014, el zéjel libanés fue designado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, algo que también el Líbano le debe a Al-Ándalus.
Más que pedir perdón a los musulmanes por la supuesta conquista de España, como clamaba ese expresidente de gobierno español al que aludíamos al principio de nuestro texto, España -y Europa en su conjunto- “debería pagar al Islam la deuda moral e histórica por transmitir la ciencia de la antigüedad”[6], en palabras del filósofo y escritor catalán Luis Racionero, escritas recientemente, justo en un momento en el que el islam despierta tan pocas simpatías.


Nota:
Artículo publicado en la revista turca de cultura Yedi Iklim nº 320, noviembre, 2016,               pp. 105-106. Traducción al turco a cargo de Fatma Can


[1] Para más detalles, véase Ángel Luis Encinas Moral, Cronología histórica de Al-Ándalus, Miragüano, Madrid, 2005.

[2] Véase la versión digital del diario español El País, del día 23 de septiembre de 2016: http://elpais.com/diario/2006/09/23/espana/1158962427_850215.html
[3] Joan Vernet, Lo que Europa debe al Islam de España, El acantilado, Barcelona, 1999. 
[4] Arcadi Espada, “El Acantilado reedita Lo que Europa debe al Islam de España”, El País, viernes 28 de mayo de 1999, p. 51.
[5] Joan Vernet, ibídem, p. 11.
[6] Luis Racionero, “Humanistas musulmanes”, La Vanguardia, suplemento Culturas, sábado 20 de agosto de 2016, p. 11.