El
geógrafo andalusí Al-Idrisi
y la pasta italiana
Halil Bárcena
A estas alturas no descubrimos nada nuevo
si decimos que Hollywood, un barrio de Los Ángeles, es mucho más que el centro
de la industria cinematográfica estadounidense desde que se creó el primer
estudio de cine, el año 1911. Hollywood no solo elabora productos, algunos de
ellos de muy dudosa calidad artística, para el entretenimiento de pequeños y
mayores en todo el mundo, sino que también es una verdadera fábrica ideológica.
En otras palabras, Hollywood divierte y entretiene, sí, pero también adoctrina,
que es lo mismo que decir que impone un pensamiento determinado, al tiempo que induce
gustos y modas de alcance universal. Y, justamente, a propósito de esto último,
de una moda gastronómica vinculada en concreto a la pasta italiana, queremos hablar
en este artículo, aunque siempre en relación a los temas andalusíes que son los
que en este espacio deseamos tratar.
Hace un par de años, apareció
en el mercado literario español el libro ¡Delizia!
La historia épica de la comida italiana[1]
del historiador británico John Dickie, en el que esboza una historia de
Italia a través del estudio de su gastronomía. Sin duda, se trata de una obra
original. En ella, el académico
Dickie se ocupa, entre otros muchos temas, de uno de los mitos más arraigados
en el imaginario universal; a saber, que el viajero italiano Marco Polo trajo
la pasta a Italia desde China, algo, como vamos a ver a continuación,
totalmente falso.
Todo empezó en Estados
Unidos, no en Italia, y más exactamente en Hollywood. En efecto, el año 1938,
se estrenó el film Las aventuras de Marco
Polo, un clásico del cine de aventuras dirigido por Archie Mayo e interpretado por Gary Cooper en el
papel del célebre viajero italiano. La película, ambientada en el siglo XIII,
narra las peripecias vividas por Marco Polo en su viaje desde Venecia a Pekín,
donde se escenifica su encuentro con el emperador Kublai Han. Pues bien, en dicho
film se cuenta cómo Marco Polo descubrió los espaguetis en China y cómo puso un
puñado en su mochila, fascinado por su hallazgo, para llevarlos a Italia. Del
resto se encargó Hollywood. Así es, la película de Archie Mayo propagó por todo
el mundo la leyenda acerca del origen chino de la pasta italiana.
Pero, la realidad es
otra bien distinta. Afirma el historiador Dickie: “La historia de que Marco Polo llevó la pasta a Italia es de los años
treinta. Nadie quiso que la gente se la tomase en serio”[2].
Pero, la gente se la tomó en serio, muy
en serio, como se tomaría muy serio todo lo que viene de Hollywood desde
entonces hasta hoy. Sin embargo, la verdad es otra bien distinta. En realidad, fueron
los árabes quienes introdujeron la pasta en Italia y no Marco Polo. “Encontramos indicios de la presencia de la
pasta”, afirma John Dickie, “en todo
el Levante mediterráneo, y las primeras pruebas de su existencia en Italia
tienen su origen en el momento en que los árabes invaden Sicilia”[3].
Lo cierto es que la
primera mención escrita sobre la pasta la hallamos en el libro Kitāb Ruŷar o Libro de Roger, obra del cartógrafo, geógrafo y viajero andalusí Abū
ʿAbd Al·lāh Muḥammad al-Idrīsī (1100-1165). Al-Idrīsī nació en Ceuta, ciudad
española del norte de África, que entonces formaba parte del imperio almorávide,
en el seno de una familia de la nobleza andalusí originaria de la ciudad de
Málaga. Sin embargo, pasó buena parte de su vida en Italia, concretamente en Palermo,
en la isla de Sicilia, sirviendo en la corte del rey Rogelio II, desde el año
1138.
Al-Idrīsī, el geógrafo
medieval más importante, llevó a cabo, el año 1154, uno de los primeros
mapamundis de los que tenemos noticia, conocido como la Tabula Rogeriana. La particularidad de dicho mapamundi es que está orientado
en sentido inverso al uso común actualmente, es decir, el norte está abajo
mientras que el sur aparece arriba.
Pero, para acabar,
volvamos de nuevo a la pasta italiana. En su libro, Al-Idrīsī no solo habla de
la pasta sino que incluso describe una factoría, donde se produce con la
intención de ser exportada. Al fin y al cabo, es muy fácil de transportar y los
barcos pueden llevarla a cualquier lado. Lástima que Hollywood no se fijara en Al-Idrīsī
sino en Marco Polo. Si se hubiese realizado un film sobre la vida y los viajes
del geógrafo andalusí hoy sabríamos que los espaguetis no vienen de China sino
del Levante árabe.
[1] John Dickie, ¡Delizia! La historia épica de la comida
italiana, Barcelona, Debate, 2014.
[2] y 3 Entrevista a John Dickie, realizada por el
periodista G. Altares, El País, suplemento cultural Babelia, 9 de agosto de
2014, p. 4.
[Artículo publicado originalmente en turco, en el número de febrero de la revista turca de literatura Yedi Iklim].