lunes, 3 de marzo de 2014

El Oriente de Marx

El Oriente de Marx

Ziauddin Sardar


Marx aceptó la idea de Hegel de que la historia es un proceso, un proceso realizado por el hombre, que puede ser controlado y modificado. Para él, la historia es el escenario de la lucha y de la liberación humanas, así como un lugar de promesa y salvación. La historia adquirirá significado en el futuro, cuando llegue la salvación, no por medio de la divina gracia, sino por medio de la acción colectiva humana. De este modo, el marxismo, una herejía judeocristiana, sustituyó la escatología religiosa por el materialismo histórico. Sin embargo la liberación y la salvación de Oriente exigía primero su destrucción. Inspirándose en Adam Smith y en John Stuart Mill, Marx y Engels realizaron una distinción tipológica entre la historia occidental y la oriental. Su argumento se basaba en el clima y en las prácticas agrícolas de Oriente. Argumentaban que, en Oriente, el modo de producción descansaba en la agricultura, y que ésta, en las zonas áridas, debía llevarse a cabo, por medio de de enormes sistemas de irrigación que debían ser financiados y controlados por el Estado. No resulta sorprendente, por tanto, que los gobiernos de Oriente tendieran a ser en exceso poderosos y despóticos. El islam constituía un ejemplo típico. De este modo, la liberación de Oriente exigía la destrucción de su modo de producción, con lo que Inglaterra hacía bien en colonizar India, en la que tenía una doble misión: "Una destructora, la otra regeneradora: la aniquilación de la sociedad asiática y la colocación de los cimientos materiales de la sociedad occidental en Asia". Tal como habría de revelarse, ambos procesos fueron totalmente destructivos. Además, para Marx, Oriente no era más que una materia prima humana que se interponía entre él y la realización de su visión mesiánica.

(Ziaduddin Sardar, Extraño Oriente. Prejuicios, mitos y errores acerca del Islam, Gedisa, Barcelona, 2009, p. 89).