'Des-nuevaerizarse'
Halil Bárcena
La 'nueva era', también llamada 'nueva conciencia' (new age en su formulación original), es un producto estrictamente occidental de poco valor espiritual (salvo las honrosas excepciones de siempre), pero muy interesante como síntoma de los tiempos tan atribulados que corren. Uno de los rasgos más característicos de la 'nueva era' es el culto a la salud y la vida (supuestamente) natural, de ahí que todo se juzgue por su valor curativo, tanto a nivel corporal como emocional. Así, uno de los dramas al que nos aboca la 'nueva era' es que lo que en oriente son grandes tradiciones de sabiduría, como el sufismo islámico por ejemplo, entran en Occidente a través de lo terapéutico. Para que algo posea valor ha de acompañarse de la coletilla 'terapia' (arteterapia, musicoterapia, danzaterapia, etc.). Lo importante es que algo cure, no que nos haga abrir los ojos y menos aún el 'ojo del corazón', órgano de la percepción espiritual, según los sufíes. La 'nueva era' se caracteriza también por el desprecio de la teoría frente a la práctica. Lo importante es siempre practicar; practicar y sentir; practicar y fluir. Por supuesto, el desprecio por el conocimiento tradicional, por las doctrinas tradicionales, es insultante. Y practicar suele reducirse a mover el cuerpo, valga la expresión, es decir, a hacer técnicas. De ahí que se pase de las prácticas budistas (sin budismo), al yoga (sin hinduismo) o el sufismo (sin islam) sin el mayor problema. Al fin y al cabo, todo es lo mismo, todos los 'místicos' dicen lo mismo, algo muy oído en ambientes 'nueva era'. Dado el hipersentimentalismo que anida en el fondo de la 'nueva era' (ya lo hemos dicho, lo importante es sentir), los cuerpos y actitudes corporales que genera son siempre blandos, carentes de tono vital. Pues bien, con dichos cuerpos sentimentalizados es imposible acercarse al samâ' mevleví y mucho menos comprenderlo. El giro derviche precisa 'desnuevaerizar' cuerpo, mente, corazón e inteligencia, cosa que en algunos casos resulta una tarea imposible. Afirma Mawlânâ Rûmî (m. 1273): "Cuando el cuerpo se quiebra, brilla el espíritu". Y es que en el límite, más allá del esfuerzo convencional, brota una fuerza interior indescriptible. He ahí el secreto de la disciplina derviche, he ahí el misterio del samâ'. Por cierto, la palabra 'disciplina' está ausente del lenguaje de la 'nueva era'.