miércoles, 12 de junio de 2013

Tawḥīd y estética islámica

Acerca del tawḥīd y la estética islámica


Halil Bárcena




En La disputa entre los hombres y los animales, de los Ijwān al-Ṣafā’ o Hermandad de la Pureza, del siglo X, se afirma que cuando se quiere conocer algo en su sentido absoluto, debe buscarse no únicamente en su faceta efímera y aparente, sino en su realidad interna y esencial, donde siempre reside la belleza eterna. El arte del islam debe su belleza a una sabiduría que lo ‘informa’. Dicha sabiduría constituye el principio medular por excelencia del legado islámico, la intuición espiritual primordial contenida en el Corán: el tawḥīd.

“Para los historiadores modernos del arte, una obra sólo es ‘artística’ en la medida en que lleva el sello de una personalidad individual, mientras que para el espíritu tradicional del islam la belleza es esencialmente la expresión de una verdad universal” (Titus Burckhardt, Espejo del intelecto, p. 77).

 “El suelo de Arabia, con su monotonía majestuosa, estaba hecho por la Providencia a la medida de una existencia centrada por completo en el tawḥīd o conciencia de la Unidad divina (…) El nacimiento del arte sacro -y el del Islam merece este epíteto- corresponde por fuerza a una exteriorización providencial de lo que en la tradición es más interior; de aquí el estrecho vínculo entre el arte sacro y el esoterismo” (Titus Burckhardt, El arte del islam, p. 20-21).

“La Unidad, aun siendo eminentemente ‘concreta’ en sí, se presenta al espíritu humano como una idea abstracta. Esto es lo que explica, junto con determinados factores derivados de la mentalidad semítica, el carácter abstracto del arte musulmán. El Islam está centrado en la Unidad, pero la Unidad es algo que ninguna imagen puede expresar (…) Para el artista musulmán, en cambio, el arte abstracto es la expresión de una ley; manifiesta del modo más directo la Unidad en la multiplicidad”  (Titus Burckhardt, Principios y métodos del arte sagrado, p. 115-118).

“La profesión de fe ‘no hay más dios que Dios’ se puede parafrasear con ‘no existe una parte fuera del todo’ (…) La doctrina de la unicidad de lo divino es central en la revelación coránica. La espiritualidad de los beduinos, formada en la inmensidad del desierto y del infinito cielo estrellado, dio origen a una concepción artística no figurativa y antinarrativa. La abstracción sirve para expresar de forma visible lo espiritual a través de la geometría, el ritmo y la palabra, la única verdad que otorga directamente Dios” (Luca Mozzati, El islam. Un arte entre la divinidad y el refinamiento, Electa Bolsillo, Barcelona, 2005, p. 8).