miércoles, 26 de junio de 2013

Lenguaje coránico y estética

Lenguaje coránico y estética

Halil Bárcena




Dos son los términos coránicos que más directamente expresan la idea de belleza y hermosura y, por tanto, con más claras evocaciones estéticas, aunque directamente la revelación no diga nada acerca de las artes: ḥusn (virtud espiritual y excelencia) y ŷamāl (ser bello y agradable), éste con una presencia mucho más esporádica que el anterior, ciertamente, pero en cambio muy prestigiado, a causa del célebre ḥadīṯ sobre la belleza divina, “Al·lāh es bello y ama la belleza”, que analizaremos en otro momento. Ḥusn incluye también las ideas de ‘excelencia’ y ‘perfección’, recogidas en el término iḥsān, identificado a veces por algunos con el propio taṣawwuf, en tanto que cúspide de una senda espiritual tripartita (piénsese en el gusto islámico por esta suerte de clasificaciones) que arranca en el islām o entrega confiada a Al·lāh y sus decretos, prosigue a través del īmān o apertura existencial a Al·lāh y sus secretos y culmina en el iḥsān, que es definido de forma un tanto críptica en el célebre ḥadīṯ de Ŷibrīl, primero de la recopilación realizada por Muslim, lo cual habla a las claras de la importancia que posee: “Hacer lo hermoso (iḥsān) significa que debes adorar a Al·lâh como si Le vieras, pues si no le ves Él te ve”.
Con todo, el vocabulario vinculado a la raíz gramatical ŷ-m-l, de donde procede ŷamāl o belleza, en raras ocasiones puede entenderse en un sentido netamente estético. A menudo, posee el sentido de abundancia, además de referirse también al camello (ŷamal). Y es que, como acostumbran a reconocer  los propios lexicólogos árabes, toda palabra árabe hace referencia a un significado, a su contrario y a algo relativo a los camellos. Sea como fuere, al- ŷamāl sólo aparece una sola vez en el texto alcoránico con el sentido estricto de belleza, tal como los principales lexicólogos árabes recogen. Dice así el pasaje, según nuestra propia traducción: “Y ha creado rebaños de ganado para vosotros: de ellos obtenéis calor y otras ventajas; y de ellos obtenéis alimento; y os proporcionan belleza cuando los conducís a casa por la tarde o cuando los sacáis a pastar de nuevo por las mañanas” (Corán 16, 5-6).
Igualmente, la raíz coránica `-ŷ-b, que abarca desde el asombro a la admiración ante algo, ha sido utilizada a lo largo de los siglos para referirse a la belleza visual, a pesar de que en el texto coránico no posea un sentido netamente estético, refiriéndose, por lo general, al hecho asombroso para los mequíes del tiempo del Profeta que éste, al que tenían por un mago farsante, hubiese salido de entre ellos y proclamase la unicidad divina (Corán 38, 4-5). Ya se sabe que existe una inclinación muy frecuente entre los hombres, como es desconfiar de cualquier planteamiento religioso o espiritual que carezca de exotismo. Así, a los mequíes el Corán les parecía no sólo irrelevante sino falso por cuanto les llegaba a través de alguien de su mismo entorno social y cultural; aunque esto pertenece a otro orden distinto al estético, que es el que aquí nos ocupa.