Lenguaje
coránico y estética
Halil
Bárcena
Dos son los términos coránicos
que más directamente expresan la idea de belleza y hermosura y, por tanto, con
más claras evocaciones estéticas, aunque directamente la revelación no diga
nada acerca de las artes: ḥusn (virtud
espiritual y excelencia) y ŷamāl (ser bello y agradable), éste con
una presencia mucho más esporádica que el anterior, ciertamente, pero en cambio
muy prestigiado, a causa del célebre ḥadīṯ
sobre la belleza divina, “Al·lāh es
bello y ama la belleza”, que analizaremos en otro momento. Ḥusn incluye también las ideas de
‘excelencia’ y ‘perfección’, recogidas en el término iḥsān, identificado a veces por algunos con el propio taṣawwuf, en tanto que cúspide de una
senda espiritual tripartita (piénsese en el gusto islámico por esta suerte de
clasificaciones) que arranca en el islām o
entrega confiada a Al·lāh y sus decretos, prosigue a través del īmān o apertura existencial a Al·lāh y
sus secretos y culmina en el iḥsān, que
es definido de forma un tanto
críptica en el célebre ḥadīṯ de Ŷibrīl,
primero de la recopilación realizada por Muslim, lo cual
habla a las claras de la importancia que posee: “Hacer
lo hermoso (iḥsān) significa
que debes adorar a Al·lâh como si Le vieras, pues si no le ves Él te ve”.
Con todo, el
vocabulario vinculado a la raíz gramatical ŷ-m-l,
de donde procede ŷamāl o belleza,
en raras ocasiones puede entenderse en un sentido netamente estético. A menudo,
posee el sentido de abundancia, además de referirse también al camello (ŷamal). Y es que, como acostumbran a
reconocer los propios lexicólogos árabes,
toda palabra árabe hace referencia a un significado, a su contrario y a algo
relativo a los camellos. Sea como fuere, al-
ŷamāl sólo aparece una sola vez en el texto alcoránico con el sentido estricto
de belleza, tal como los principales lexicólogos árabes recogen. Dice así el
pasaje, según nuestra propia traducción: “Y
ha creado rebaños de ganado para vosotros: de ellos obtenéis calor y otras
ventajas; y de ellos obtenéis alimento; y os proporcionan belleza cuando los
conducís a casa por la tarde o cuando los sacáis a pastar de nuevo por las
mañanas” (Corán 16, 5-6).
Igualmente,
la raíz coránica `-ŷ-b, que abarca
desde el asombro a la admiración ante algo, ha sido utilizada a lo largo de los
siglos para referirse a la belleza visual, a pesar de que en el texto coránico
no posea un sentido netamente estético, refiriéndose, por lo general, al hecho
asombroso para los mequíes del tiempo del Profeta que éste, al que tenían por
un mago farsante, hubiese salido de entre ellos y proclamase la unicidad divina
(Corán 38, 4-5). Ya se sabe que existe una inclinación muy frecuente entre los
hombres, como es desconfiar de cualquier planteamiento religioso o espiritual
que carezca de exotismo. Así, a los mequíes el Corán les parecía no sólo
irrelevante sino falso por cuanto les llegaba a través de alguien de su mismo
entorno social y cultural; aunque esto pertenece a otro orden distinto al
estético, que es el que aquí nos ocupa.