Del compromiso
Halil Bárcena
Eso
que comúnmente llamamos compromiso posee, a ojos sufíes, un doble sentido que
en apariencia, y solo en apariencia, podría parecernos contradictorio. En
primer lugar, el espiritual sufí sólo se debe a la Verdad (¡con mayúsculas!),
que no es algo determinado de antemano. Sólo a la Verdad, que en este caso es
lo mismo que decir a lo realmente Real, al-Haqq
lo llaman los derviches. He ahí, pues, el compromiso, el único compromiso
posible del derviche. Sin definiciones sobre lo que la Verdad es, dado que no
se puede absolutizar lo que por naturaleza no es absolutizable; sin conceptos
preconcebidos, sin parapeto dogmático alguno, el derviche cumple la apertura
existencial (îmân) a lo infinito, a
lo indeterminado, a Al·lâh, o si se quiere, al Amigo (Dost) como gustan decir los derviches.
En segundo lugar, me
atrevería a decir sin ambages, a pesar de la incomprensión y críticas que ello
nos suele acarrear, que el derviche, que es shahîd,
esto es, testigo lúcido y enamorado del Ser, no se compromete; y no se
compromete porque no hace algo para algo, lo cual poco tiene que ver con que
sea indiferente ante nada.