'Gurba', exilio espiritual
Halil Bárcena
El tema del exilio espiritual (gurba
en el lenguaje técnico sufí), junto a los de la nostalgia y el retorno que
le son afines, está palpitando, tan presente, en la filosofía mística del
sufismo, en general, y del sufismo persa, en particular. En efecto, el binomio exilio/retorno
constituye el tema dilecto, mayor y fundamental, de la mística sufí persa y, en concreto, de Mawlânâ Rûmî (m. 1273), un exiliado él mismo, a fin de cuentas.
En cierto modo, Mawlânâ espiritualiza, interioriza las distintas circunstancias
extrínsecas, valiéndose de ellas para explicar el drama interior del ser humano
que ha despertado, y en su despertar ha tomado conciencia de su condición
exilada. Como el ney, la flauta
derviche de caña, su instrumento musical preferido, el desterrado se sabe, aquí
en el mundo, arrancado violentamente de su auténtica patria espiritual y sin otro objetivo en la vida que regresar a ella,
sabiendo que se trata de un lugar no-lugar, u-tópico, simbolizado por el
corazón del místico.
El caso es que todo en Mawlânâ da comienzo con la conciencia de la
pérdida y la separación. El maestro
persa de Konya evoca un exilio espiritual que le desposee a uno de la patria de
origen, para jamás llegarle a integrar en ninguna otra. Evidentemente, el
significado del término gurba o
exilio en este contexto es, por supuesto la lejanía del seno de lo que
podríamos denominar la Unidad Divina o, lo que es lo mismo, la obligación de
morar en el mundo material o en cualquier plano de la existencia que esté
apartado de la presencia directa de lo divino.
Un hadîz atribuido
a Muhammad, profeta del islam, dice así: “La
búsqueda de lo Real es un exilio”; de donde arranca la sunna de la hiyra: es
preciso huir de la irrealidad de este mundo a la realidad de lo realmente Real. Y es que, gurba constituye para el sufí una pérdida que, paradójicamente,
lejos de colapsar, opera como acicate y revulsivo del viaje espiritual de
retorno a lo que verdaderamente se es. Escribe Mawlânâ: “Salvo el fuego del exilio y de la separación, ¿qué cocerá lo crudo?
¿qué le librará de la hipocresía?”. Sólo aquéllos que permanecen lejos
podrán saborear las mieles del regreso, puesto que el gozo del retorno es
proporcional al dolor del exilio.