miércoles, 25 de abril de 2012

Istilâhât (Léxico sufí): 'Gurba', exilio espiritual

'Gurba', exilio espiritual

Halil Bárcena


El tema del exilio espiritual (gurba en el lenguaje técnico sufí), junto a los de la nostalgia y el retorno que le son afines, está palpitando, tan presente, en la filosofía mística del sufismo, en general, y del sufismo persa, en particular. En efecto, el binomio exilio/retorno constituye el tema dilecto, mayor y fundamental, de la mística sufí persa y, en concreto, de Mawlânâ Rûmî (m. 1273), un exiliado él mismo, a fin de cuentas. En cierto modo, Mawlânâ espiritualiza, interioriza las distintas circunstancias extrínsecas, valiéndose de ellas para explicar el drama interior del ser humano que ha despertado, y en su despertar ha tomado conciencia de su condición exilada. Como el ney, la flauta derviche de caña, su instrumento musical preferido, el desterrado se sabe, aquí en el mundo, arrancado violentamente de su auténtica patria espiritual y sin otro objetivo en la vida que regresar a ella, sabiendo que se trata de un lugar no-lugar, u-tópico, simbolizado por el corazón del místico.

El caso es que todo en Mawlânâ da comienzo con la conciencia de la pérdida y la separación. El maestro persa de Konya evoca un exilio espiritual que le desposee a uno de la patria de origen, para jamás llegarle a integrar en ninguna otra. Evidentemente, el significado del término gurba o exilio en este contexto es, por supuesto la lejanía del seno de lo que podríamos denominar la Unidad Divina o, lo que es lo mismo, la obligación de morar en el mundo material o en cualquier plano de la existencia que esté apartado de la presencia directa de lo divino.



Un hadîz atribuido a Muhammad, profeta del islam, dice así: “La búsqueda de lo Real es un exilio”; de donde arranca la sunna de la hiyra: es preciso huir de la irrealidad de este mundo a la realidad de lo realmente Real. Y es que, gurba constituye para el sufí una pérdida que, paradójicamente, lejos de colapsar, opera como acicate y revulsivo del viaje espiritual de retorno a lo que verdaderamente se es. Escribe Mawlânâ: “Salvo el fuego del exilio y de la separación, ¿qué cocerá lo crudo? ¿qué le librará de la hipocresía?”. Sólo aquéllos que permanecen lejos podrán saborear las mieles del regreso, puesto que el gozo del retorno es proporcional al dolor del exilio.