jueves, 23 de febrero de 2012

Confianza y despojamiento interior


Confianza y despojamiento interior


Halil Bárcena





Acercarse a la senda sufí nada tiene que ver con acumular prácticas o llenar nuestra cabeza con nuevas creencias. No se acude al sufismo en busca de respuestas o a fin de dar sentido a nuestras (desnortadas) vidas, sino para abrir puertas insospechadas que nos dan acceso a rincones de nosotros mismos antes inimaginables. El sufismo no nos cubrirá con unos ropajes nuevos y exóticos, como algunos desearían; antes bien nos desnudará despojándonos de todo aquello que es artificial en nosotros. Y es que un derviche no es quien posee respuestas para todo, sino aquel que es capaz de plantearse nuevas preguntas a cada paso que da. Desidolatrizar nuestro mundo interior, primera tarea en el sufismo, significa airearnos por dentro, a fin de permitir que ese gran misterio de la vida que hace que las cosas sean lo que son y al que denominamos Al·lâh suceda en mí. Afirma un conocido hadîz qudsî: “No me contienen [dijo Al·lâh] mi tierra ni mis cielos, pero sí me contiene el corazón de quien se entrega a mí”. Hollar la senda sufí es devolvernos a la naturalidad e inocencia primordiales (fitra) de cuando carecíamos de todo aparato doctrinal e ideológico y no habíamos hecho de la indagación espiritual una especialización al margen de la vida y de las cosas tal como son. Adentrarse en el sufismo significa recuperar un estado de confianza primigenia en la vida perdido entre tantas y tantas entelequias y construcciones fantasiosas acerca de la realidad. Solo quien confía abiertamente en la vida es capaz de ponerse en disposición de recibir, como el derviche que al girar sobre sí mismo simboliza la receptividad más embrionaria del ser humano. Y es que estar vivo, en el sentido más profundo y total del término, comporta confiar plenamente en aquello que no requiere de nuestra confianza o imân. Al fin y al cabo, las cosas, desde el recorrido de los planetas a la floración de los almendros o la respiración que me mantiene vivo, operan sin que precisen de nuestra intervención consciente.