martes, 20 de diciembre de 2011

Poetas: Abd Al-Wahhab Al-Bayati


Morir en la poesía
Caminamos hacia el mar despidiéndonos del sol
que se sumergía en una ola. Ella me dijo:
La poesía está prohibida, como el vino,
pero yo en la poesía muero.
¿Quién es Lara, Aisha
o este horizonte cerrado?
Le respondí: Ella es el amor perdido y el tiempo ausente,
y si quieres más,
ven, sumerjámonos en el mar.

Nacimiento
La creatividad es amor,
El amor es muerte
y la creatividad, el amor y la muerte son nacimiento.
¿Por qué, entonces, murieron Neruda y Hikmet?
¿Por qué la última rosa
del balcón de mi casa se abrasó?
¿Por qué la estrella de mi amor se ocultó?


El secreto del fuego
El último día, besé sus manos,
sus ojos, sus labios.
Le dije: ahora estás
madura, cual manzana.
Una parte de ti es una mujer
y la otra algo indescriptible:
Las palabras
huyen de mí
y yo huyo de ellas.
Ambos fluimos
hacia la infancia de este rostro trigueño
y este cuerpo cálido y lozano.
Ahora suplico
y, sediento, acerco mi rostro
a esta fuente rebosante.
El último día, le dije:
Eres el fuego de los bosques,
el agua del río
y el secreto del fuego.
Una parte de ti es indescriptible
y la otra: sacerdotisa en el templo de Ishtar.

Las fuentes
Moriré de amor bajo su jaima,
regresaré a la infancia
siendo pastor del ganado de la tribu,
como Harún Al-Rashid,
rey y sultán
sobre las bandadas del reino de las perdices
y las tribus de las lluvias en todas las estaciones.
Mi oro: las fuentes de la vida.
Mi riqueza: la angustia de la existencia.

Abd Al Wahhab Al Bayati, El jardín de Aisha, 1989 (Traducción de Maria Luisa Prieto)






Abd Al-Wahhab Al-Bayati (Bagdad, 1926-Damasco, Siria, 1999). Poeta considerado una de las principales figuras de la poesía árabe contemporánea y fundador del movimiento del llamado ‘verso libre’, junto con los poetas Nazik Al-Malaika y Badr Shakir Al-Sayyab. Tras graduarse en magisterio, en la Universidad de Bagdad, en 1950, ejerció como profesor y editó una revista cultural, 'La nueva cultura'. Desde su juventud, participó en actividades consideradas antigubernamentales por lo que tuvo que abandonar Iraq en 1954. Vivió en Líbano, Siria y Egipto. Tras la revolución de 1958, regresó a Iraq y ocupó un cargo en el Ministerio de Educación y, posteriormente, fue agregado cultural de la embajada iraquí en Moscú, entre 1959 y 1961, y en Madrid, entre 1980 y 1990. Escribió más de treinta poemarios, entre los que destacan Ángeles y demonios (1950), Jarras rotas (1954), Gloria a los niños y el olivo (1956), Palabras inmortales (1960), El fuego y las palabras (1964), Morir en vida (1968), El reino de la espiga (1979) y El jardín de Aisha (1989).



(Sección coordinada por Pepa Torras i Virgili)