La luz de la vela

Un sabelotodo que se las daba de buscador sufí, insolente y engreído como pocos, le espetó la siguiente pregunta a un maestro sufí, con la intención de poner a prueba su conocimiento de la senda interior:
- Maestro, ¿de dónde procede la luz de esa vela que nos ilumina?
Esto fue lo que el shayj respondió, tras haber apagado la vela en cuestión:
- Muy bien, yo te diré de dónde procede la luz de la vela si tú me dices antes dónde se ha ido ahora.
Ponerse en disposición de recibir. He ahí el secreto de la senda interior sufí. Y no hay nada que cierre tanto dicha posibilidad como el endurecimiento estéril del ser fruto de la impertinencia insolente y la necedad. Desde ahí es casi imposible no ya avanzar, sino siquiera comenzar a caminar.
Halil Bárcena