lunes, 5 de septiembre de 2011

Altair, la estrella pájaro


Altair, la estrella pájaro


Halil Bárcena








Los habitantes de la pequeña isla de Puluwat, un atolón coralino situado en el Pacífico occidental, son diestros en el arte de la navegación. De hecho, todos los habitantes de las islas del Pacífico (los polinesios, en particular) lo son. En Puluwat, navegan desde siempre guiándose por el lugar donde las estrellas aparecen en el horizonte, entre cada par de islas, puesto que los navegantes no llevan mapas a bordo ni tecnología alguna para orientarse. A nosotros, incapaces de interpretar los signos de la naturaleza, esto nos parece inverosímil, pero no para aquellos pueblos que consideran que la naturaleza es un libro susceptible de ser leído. Y es que nuestra soberbia occidental nos ha llevado a despreciar la sabiduría ancestral de las culturas ágrafas, sin darnos cuenta de nuestra ignorancia respecto a la naturaleza y cuanto en ella hay de belleza y conocimiento. Pero, volvamos a la isla de Puluwat y a las artes navegatorias de sus habitantes. Decía que sus navegantes se guían por las estrellas. Así, el curso hacia el este es marcado por la posición donde aparece la estrella Altair, que ellos denominan, no por casualidad, 'el pájaro grande'. Por ello, como bien recordaba José Antonio Marina (en las páginas de La Vanguardia), Thomas Gladwin, que estudió este modo de navegar, tituló su libro El este es un gran pájaro (East is a big bird. Navigation and Logic on Puluwat Atoll, en el original inglés de 1970).


Con todo, lo fascinante del caso es que el nombre 'altair' proviene del árabe al-tâ'ir, que significa 'pájaro', debido a la silueta en forma de ave, justamente, de la estrella en cuestión. Altair es la estrella más brillante de la constelación de 'Aquila', 'El águila'. Los astrónomos árabes del pasado, que veían en la morfología de esta constelación una gran águila volando, la denominaron 'al-nars al-tâ'ir, de donde derivó el actual nombre de Altair. Hoy nos llama poderosamente la atención esa misma percepción, la de los navegantes de Puluwat y los astrónomos árabes, que supieron ver el vuelo magestuoso de un pájaro en una brillante constelación. Sin duda, sus ojos y su capacidad de ver no eran, no son los nuestros.