jueves, 30 de septiembre de 2010

Elogio de septiembre


Elogio de septiembre
(En el nacimiento de Rûmî)




Halil Bárcena


Mawlânâ Rûmî, maestro de derviches, nació un 30 de septiembre de 1207, en la ciudad de Balj, hoy Afganistán, en el corazón del Jorasán persa. En septiembre, que es un mes fronterizo, tiempo de despedidas y de nuevos anuncios: el verano se nos va irremisible y el otoño llama a nuestras puertas. Del mes de septiembre resulta sublime la luz oblicua y ambarina de la tarde, cuando el sol se pone, invitando al recogimiento y la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue, o de lo que fue pero ya no es ni será jamás, salvo en la memoria de la piel, como un sentimiento tatuado. Pocas cosas son comparables a los atardeceres de septiembre en Sitges, exceptuando las mañanas de luz diáfana del mes de mayo, también en Sitges, en la costa dorada catalana, o las noches y madrugadas de los primeros días del verano en sus playas, entonces desiertas. Aquí, septiembre es también tiempo de vendimia. Cantor del vino y sus propiedades exaltadoras de la imaginación, fue Rûmî, justamente, quien dejó escrito que el vino más dulce requiere antes que la uva sea pisoteada, otra forma de decir que el dolor precede al gozo, o mejor aún, que ambos caminan siempre de la mano como dos amantes que sin quererlo transitan impotentes del llanto a la sonrisa, de la despedida al reencuentro. Como canta Van Morrison, el león de Belfast, en septiembre, las primeras hojas, ya teñidas de tonos rojizos y dorados, comienzan a caer, anunciando nuevos tiempos: