sábado, 31 de julio de 2010

Del acto amoroso


"Así como tú hagas el amor

es como Dios estará contigo"


Mawlânâ Rûmî (m. 1273)





Comentario:
No hay en el sexo nada, absolutamente nada, que sea sospechoso; tampoco es bajo, como algunos pretenden hacernos creer, ni mucho menos sucio. El sexo está ligado a las más nobles y mejores expresiones de la vida. Y el derviche todo eso lo sabe; y así lo proclama, pues no habla el lenguaje de la culpa, sino el de la vida, a diferencia del gris religioso, ciego en su rancio moralismo, para quien el sexo constituye un accidente inexplicable. La vida no se puede concebir -¡y nunca mejor dicho!- sin el sexo. En otras palabras, la vida es sexo y el sexo es vida; y eso es, justamente, lo que le convierte en sagrado. Pero el sexo no sólo es un mero mecanismo mediante el cual la vida se perpetua. Y es que en modo alguno el placer sexual está supeditado al acto de procrear. Es autónomo y como tal debe de ser experimentado. En el acto amoroso, el derviche no persigue nada, ni trata de poseer a nadie. Tampoco da nada cuando hace el amor. Y es que amar no es dar, sino darse. De hecho, el derviche no hace el amor, el derviche ama. Halil Bárcena