“El compañero del camino
que no es amigo del Amigo,
es sólo causa de problemas.
Haz lo que convenga,
pero no te asocies con el ignorante,
pues te dará una imagen
de ti falsa, que enturbiará
tu verdadero rostro”
Mawlânâ Rûmî (m. 1273)

Comentario:
En el camino, tan importante como caminar es con quién lo haces. Búscate buena compañía, buscadores -¿o tal vez habríamos de decir encontradores?- serios, que sean tenaces y tolerantes, de voluntad firme y amorosos. De otro modo, no conseguirás nada, más que perder el tiempo; y, recuerda, la vida es corta, muy corta, como para andar por ahí dando tumbos. Con el ignorante como compañero de ruta acabarás extraviado. El ignorante es todo aquel que frena, distorsiona o equivoca; o todo a la vez. El ignorante no es un amigo, ni sabe nada del Amigo, que es todo eso que ante ti se despliega a raudales a cada instante, sin pedirte nada a cambio, como los buenos amigos. Cuidate del ignorante, porque te conducirá a la ruina. Con él como acompañante jamás saldrás de la jaula del ego. No despertarás junto a alguien que está dormido. Necesitas junto a ti a un amigo que te acoja pero que te exija, no a quien detiene tu paso por celos, mala fe o mediante falsos halagos. El amigo jamás es un adulador. No prestes oídos al mal que de ti digan, pero tampoco te embeleses con camelos. Cuestiona en todo momento cuanto bueno afirmen de ti, no vaya a ser que te creas alguien importante cumpliendo una tarea única. El ego es escurridizo y se cuela fácilmente por las rendijas de la vanidad. El ego común es un mal aliado que camina siempre junto a ti, pero el ego del espiritual aún es peor, pues su andar es mucho más sutil. ¡Cuidate muy mucho del ignorante, aunque vaya cubierto con los ropajes del santo! Halil Bárcena