"Venid al jardín y admirad este manto de verdor.
Mirad, cada rincón se parece al puesto del florista.
Las rosas les sonríen a los ruiseñores y les dicen:
"Callad, y mirad en silencio"
Mawlâna Rûmî (m. 1273)

Comentario:
Todo cuanto se despliega ante nuestros ojos, de la minúscula orquídea de colores cimbreantes al almendro en flor, de la encina de formas retorcidas por el paso del tiempo a la piedra habitada de líquenes que yace silente en un recodo del camino, todo es pura gratuidad pura. Es preciso perderse en la naturaleza, salir de nosotros mismos y nuestro cansino runrún mental para mirar eso que está ahí sin otro propósito que estar. La mirada del derviche, como la del artista, no es interpretativa ni tampoco explicativa. Mira sin mirar, no queriendo atrapar una realidad de por sí inaferrable. Mirar desde la distancia de los propios patrones interpretativos, mirar desde el silencio del yo, ya no es mirar sino admirar cuanto hay, cuanto es y está. Al igual que el inquieto ruiseñor que es mirado por la rosa, el derviche no mira ya, sino que se deja mirar. Es preciso callar el yo para mirar y oír la belleza que ante nosotros se despliega sutil, que sólo desde el silencio habla. Porque vemos las cosas tal como somos y no tal como en sí mismas son. Halil Bárcena