Halil Bárcena, "Perlas sufíes. Saber y sabor de Mawlânâ Rûmî" (Herder, 2015).

«Es verdad que jamás un amante busca a su amado sin haber sido buscado antes por éste» (Mawlânâ Rûmî, Maznawî III, 4393. Traducción: Halil Bárcena).

¡... Eyval·lah ...!

AVISO PARA NAVEGANTES

Amigas y amigos, salâms:

Bienvenidos al blog del "Institut d'Estudis Sufís" de Barcelona (Catalunya - España), un centro catalán e independiente, dedicado al estudio de la obra del sabio sufí Mawlânâ Rûmî (1207-1273) y el cultivo del sufismo mevleví por él inspirado, en nuestro ámbito cultural.

Aquí hallarán información puntual acerca de las actividades públicas (¡... las privadas son privadas!) que periódicamente realiza nuestro instituto. Dichas actividades públicas están abiertas a todo el mundo, ya que nadie ha encendido una luz para ocultarla bajo la cama, pero se reserva siempre el derecho de admisión, porque las perlas no están hechas para los cerdos.

Así mismo, hallarán en el blog diferentes textos y propuestas relacionados con el islam, el sufismo y la sabiduría tradicional. Es importante saber que nuestra propuesta sufí está enraizada en la sabiduría coránica y la
sunna muhammadiana, porque el sufismo es el corazón del islam, pero el islam es el corazón del sufismo.

El blog está pensado como una herramienta de trabajo para todos aquéllos que tienen un sincero interés por Mawlânâ Rûmî, en particular, y la senda del sufismo islámico, en general. Por ello, sus contenidos se renuevan puntualmente. Si se suscriben al blog podrán recibir información puntual sobre todas las novedades que se produzcan.

Para cualquier tipo de consulta o información, no duden en ponerse en contacto con nosotros, a través de nuestra dirección de correo electrónico: sufismo786@yahoo.es

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Reciban un cordial saludo, sean quienes sean y lo que sean, estén donde estén, y muchas gracias por su visita. Huuu...!

Halil Bárcena

Director de l'IES

Yâ man Hû...!

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sábado, 29 de noviembre de 2008

Liberarse de uno mismo


"Si pudieses liberarte,
por una vez, de ti mismo,
el secreto de los secretos se abriría ante ti.
El rostro de lo desconocido,
oculto más allá del universo,
aparecería en el espejo de tu percepción"

Mawlânâ Rûmî (m. 1273)



Comentario:

Vivimos en la cárcel de nuestro ego o nafs, si bien no todo el mundo es plenamente consciente de ello. En algunos casos, se trata de una cárcel dorada, pero no por ello deja de ser eso, una prisión. Abrillantar el ego, embellecerlo, es, ya lo decía el gran maestro de derviches Bahâ' al-Dîn Naqshaband (m. 1390), como perfumar un escorpión. Para el hombre común, la realidad es lo que cabe en su estrecha mirada, pero eso no es todo lo que hay y existe. Según los derviches, sólo cuando se es capaz de liberarse de la tiranía del ego, a través de su silenciamiento -fanâ denominan a dicho proceso-, cuando se despierta del sueño al que aquél nos somete, mediante el cultivo de la presencia, el recuerdo y la actualización de lo que verdaderamente uno es, sólo entonces se puede afirmar que se está realmente vivo y en estrecha conectividad con la totalidad de cuanto existe. Poseer consciencia, pues, es saberse reflejo y testimonio de la inmensa maravilla y misterio que es la vida. Halil Bárcena

lunes, 24 de noviembre de 2008

Como la nieve


"El libro de los sufíes no es de tinta y letras;
no es otra cosa que un corazón blanco
como la nieve"

Mawlânâ Rûmî (m. 1273)





Comentario:

No se es un derviche por tener más conocimientos librescos sobre la senda sufí, ni por seguir tal o cual formalidad ritual. Tampoco se es un derviche por enfundarse un turbante en la cabeza, cambiar de nombre o llevar en la mano un tasbîh, una suerte de rosario sufí, con el que invocar a un dios tan sobado y gastado que ya sólo existe en nuestras mentes como simple ídolo del pasado. El genuino derviche es alguien capaz de asombrarse radicalmente frente a las cosas; alguien que no permanece encerrado en una sola identidad, sabedor que la realidad no se deja englobar en una única perspectiva. No hay verdades absolutas, nos dice el derviche, ni religiones definitivas que vengan a sellar nada, ni a completar o corregir a las anteriores, como si hubiese acaso algo parecido a un plan divino que se le hubiese ido revelando al hombre por etapas históricas. Lo que en verdad habla del derviche es su corazón límpido y humilde, blanco como la nieve. Decía el profeta Muhammad que toda la sabiduría del sabio reside en la bondad de su carácter. El sufismo es un saber y un sabor, ma'arifa y dhawq: una sabiduría genuina que empapa el carácter transformándolo de cuajo en luz y amor. Y es que el derviche se caracteriza por la excelencia que imprime a todo cuanto dice y hace. En definitiva, para ver y conocer la verdad, se ha de vivir en la verdad, cuyo esplendor es la belleza. Halil Bárcena

lunes, 17 de noviembre de 2008

Senda del amor


"La fe de la senda del amor es diferente.
La embriaguez del vino del amor es diferente.
Todo lo que aprendas en la taberna de los derviches es diferente.
Porque todo lo que aprendes del amor es diferente"

Mawlânâ Rûmî (m. 1273)







Comentario:

Decía el místico abulense Juan de la Cruz (m. 1591), en los pliegues de cuya poesía laten inequívocos ecos sufíes, que a donde no sabes se va por donde no sabes. Y es que la senda interior, que es la senda de la lucidez y el amor incondicional, no es un camino conocido por donde ya antes se haya transitado. Todo en el andar del derviche es nuevo y, por consiguiente, diferente también. No es el suyo un camino sobre seguro, que persiga garantías y verdades, sino que, antes bien, avanza de asombro en asombro, de perplejidad en perplejidad, de pasmo en pasmo. De ahí que el derviche sea antes que nada un ser admirado. A veces, quien holla la senda sufí siente vértigo; el vértigo de quien se sabe nada y a la intemperie. Esa es su única certeza. Así pues, antes de traspasar el umbral de la puerta de una taberna derviche auténtica (jânaqa) se ha de saber que todo maestro sufí tiene como primera misión destruir sin contemplaciones las ideas previas que uno se haya podido hacer de lo que es el camino interior y la espiritualidad. Más aún, no quedará ídolo alguno en pie, ni en la mente ni en el corazón, de quien se mezcle con los derviches. Es una advertencia, para que luego nadie se lleve a engaño. Todo cuanto se aprenda de los derviches será forzosamente diferente, porque el amor -¡cómo lo diría yo!- es diferente. Pero, la cuestión es: ¿dónde caramba se encuentran los derviches? Halil Bárcena

lunes, 10 de noviembre de 2008

Entrevista a Marià Corbí


Entrevista a Marià Corbí, director del CETR (Centro de Estudio de las Tradiciones de Sabiduría), por Pepa Torras Virgili


Marià Corbí (Valencia, 1932) es director del Centro de Estudio de las Tradiciones de Sabiduría (CETR), que este año cumple diez años. Licenciado en teología y doctor en filosofía, ha sido profesor de ESADE, en la Fundación Vidal y Barraquer y en el Instituto de Teología Fundamental de Barcelona. Epistemólogo de las formaciones axiológicas, ha dedicado toda su vida al estudio de las consecuencias ideológicas y religiosas de las transformaciones generadas por las sociedades postindustriales y de innovación. Ha publicado numerosas obras entre las que destacan Religión sin religión (1991), El camino interior más allá de las formas religiosas (2001) y la más reciente Hacia una espiritualidad laica. Sin creencias, sin religiones, sin dioses (2008). Marià Corbí constituye una de las voces más singulares e innovadoras del panorama intelectual catalán y español, y es, sin duda, un referente espiritual para el Instituto de Estudios Sufíes de Barcelona





Pregunta.- Marià, en tu último libro Hacia una espiritualidad laica. Sin creencias, sin religiones, sin dioses (Herder, 2008) nos dices que la religión ha llegado a su fin o está en camino de extinguirse. Sin embargo asistimos a fenómenos como el integrismo o las sectas que conviven con toda clase de ‘religiones de sustitución’. Incluso hay una llamada espiritualidad que busca gestionar mejor las necesidades personales y garantizar certezas. ¿Qué piensas de todo ello? ¿Crees que en realidad las cosas han cambiado?

Respuesta.- En su lógica cultural pienso que esto es así, puesto que la religión nació en una estructura cultural agraria autoritaria que ya no existe. Seguramente aún tardará un centenar de años en desaparecer porque puede vivir en los márgenes relativamente bien. Por otra parte, en una sociedad de cambio continuo y de riesgo, hay que asumir la libertad en todos los ámbitos de la vida y poca gente es capaz de ello. La tentación es que le dicten a uno lo que debe hacer, cosa que hacen las tradiciones religiosas con un prestigio externo, divino. Continuarán así existiendo los integrismos, las formas religiosas tradicionales u otras de nuevas. La religión ha tenido un doble papel: el espiritual puro, que pocos alcanzaban, y el que aportaba una cierta calidez, que servía incluso como realización personal y daba sentido a la vida.

Por otra parte, pienso que las cosas han cambiado radicalmente. La necesidad de sobrevivir prevalece sobre cualquier otra consideración. La religión en las sociedades occidentales ha perdido su prestigio cultural y religioso. La evolución de esta tendencia dependerá del grado de desarrollo de los países y de las personas, pero poco a poco se va extendiendo.

P.-
El hecho de que en nuestra sociedad las tecnologías de la información y la comunicación tengan un papel fundamental, que con frecuencia nos supera y nos obliga a buscar nuevas formas de funcionamiento y autoregulación, más que una ventaja para el cultivo de la calidad humana profunda, ¿no es una importante fuente de confusión? ¿En una sociedad donde lo más valorado es el conocimiento, qué lugar ocuparía el conocimiento silencioso, un no conocimiento, nos dices, que no es nada?

R.- Diría que la sociedad de conocimiento y sus facilidades nos han caído encima de golpe. Es cierto que la abundancia de información hace que mucha gente no la asimile, pero aprenderemos a hacerlo. Iremos encontrando soluciones a los problemas culturales, humanos, políticos, etc. Mucha gente es consciente de que con las ciencias y las tecnologías tan potentes deben construir su proyecto de familia, de sociedad, incluso de convivencia de diversas culturas y países pero que no disponen de instrumentos para ello. Las religiones han caído y las ideologías están en crisis. Para ello necesitamos criterios de cualidad y cualidad humana y somos conscientes de que esto no lo pueden aportar las ciencias y las técnicas. La sociedad se dará cuenta de que es desde unos postulados o unos proyectos humanos de valores como se adquiere esta calidad. De hecho este proceso ya ha empezado, las religiones están en crisis pero la búsqueda espiritual está en auge. Quizás habrá que esperar una o dos generaciones para que esto se haga realidad.



P.-
Cuando hablas de interés desinteresado, desapego y silencio (lo que llamas IDS) como requisitos para el cultivo de la cualidad humana profunda, ¿te refieres a poner en práctica estos tres elementos en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana?

R.- Absolutamente, si queremos vivir una vida social que sea humana. Necesitamos cualidad humana profunda a todos los niveles de la vida, que sería lo equivalente a lo que nuestros antepasados llamaban espiritualidad. Necesitamos que la calidad humana sea generalizada, que se eduque para ello, se estudie cómo cultivarla y se practique. De hecho, a pesar de sus inconvenientes, las religiones en el pasado nos han hecho un servicio muy grande: nos han civilizado un poco. Ahora no tenemos quien nos civilice. Los instrumentos para cultivar esta cualidad ya no pueden ser creencias ni proyectos bajados del cielo sino proyectos que construyamos conjuntamente.

P.-
¿El cultivo de la cualidad humana profunda cumple también una función social como antes tenían las religiones? ¿Debemos diferenciar entre una aplicación práctica de este método que nos propones y una aplicación más gratuita para el conocimiento de la Realidad con mayúsculas?

R.- El procedimiento es el mismo, se diferencia en el grado de profundidad. Este interés desinteresado por todas las cosas se puede hacer en muchos grados. Incluso en el pasado eran pocos los que llegaban a entrar a fondo en la espiritualidad, pero gracias a ellos existía esa posibilidad. Pienso que en nuestra sociedad pasará lo mismo. El grado de profundidad de la experiencia depende de muchos factores, del grado de decisión, de la inteligencia, de la sensibilidad, etc.

P.-
Hablas de desmantelamiento del actual sistema de creencias pero aún hay emociones muy enraizadas en nuestras conciencias y que tienen una vinculación con la tradición cristiana, como el sentimiento de culpa. ¿Qué trabajo crees que debe hacerse a nivel más del inconsciente?

R.-
Más bien deberíamos preguntarnos cómo trabajar el consciente. En primer lugar tener en cuenta que Dios es un símbolo antropomórfico que apunta a una Realidad y no una descripción de la realidad. Por ejemplo, si empiezas a estudiar música y por las circunstancias lo acabas dejando podrás lamentarlo pero no tendrás sentimiento de culpa ante nadie. De hecho las religiones no teístas no hablan nunca de sentimiento de culpa, hablan de las consecuencias de la ignorancia, de la falta de libertad, de vivir apegados a los deseos. El trabajo es por tanto cambiar la interpretación que hacemos de la realidad, puesto que el lenguaje de las grandes tradiciones de sabiduría es simbólico y no descriptivo.


P.- Marià, en tu biografía encontramos a una persona dedicada a la búsqueda interior, con formación artística y musical, que ha trabajado durante años en una escuela de negocios como ESADE. Este bagaje, ¿de qué manera ha influido en tu propuesta?

R.- El hecho de cultivar la música seriamente en mi juventud me ha permitido ser un intelectual con olfato. Al mismo tiempo, el tener que trabajar en una escuela de negocios me ha mantenido con los pies en el suelo, lo cual resulta útil para afrontar una crisis como la que estamos pasando. Vivir actualmente en nuestra sociedad es complicado y te exige unas determinadas condiciones para encontrar soluciones.

P.- ¿Qué te ha aportado específicamente el estudio de Mawlânâ Rûmî?

R.- Empecé leyendo su Diwân, estuve con ello tres o cuatro años, después siguió el Fihi ma Fihi y el resto de sus obras. Lo que me atrapó fue primero su calidad y después, por mi estudio del vedanta advaita, el hecho de encontrar en él una especie de vedanta advaita con cabeza y corazón. Los vedanta advaita son una gente muy mental pero Rûmî tiene la habilidad de juntar la cabeza con el corazón. No es un simple poeta. Rûmî tiene una gran cantidad de mente en su poesía, que expresa no en conceptos sino en imágenes, lo cual a veces dificulta su comprensión. Considero que para nuestra sociedad, que corre el riesgo de una cierta frialdad, Rûmî tiene un atractivo especial. Es un poeta que tiene la sofisticación de un pensador vedanta; es una rara avis, un pájaro extraño.

P.-
¿Cómo te ha influido el vedanta?

El vedanta es una corriente que crea adicción porque lo que plantea es de una enorme profundidad libre de creencias. Puede ser por tanto muy interesante para individuos de una sociedad como la nuestra, enormemente mentales y acostumbrados a trabajar con el intelecto. La ventaja es que esta corriente deja los sentimientos aparcados, puesto que los sentimientos siempre funcionan en la misma dirección: están al servicio del deseo, de las expectativas. El vedanta es consciente de que al cambiar la interpretación, los sentimientos siguen en la transformación de la comprensión de la realidad, siempre que uno sea capaz de dejarlos de lado y no quiera incorporarlos antes de tiempo. Ésta es la dificultad de la sofisticación del procedimiento.

P.-
¿Cuál piensas que jugará el CETR, que ahora cumple 10 años, en el futuro? ¿Qué esperas de él?

R.- Espero que el CETR pueda encontrar la manera de cultivar la cualidad humana en nuestra sociedad de conocimiento, lo cual va a resultar difícil. No tenemos subvenciones y nuestro trabajo es ambicioso, pues pretendemos aprender de todas las tradiciones espirituales sin estar sujetos a religiones y creencias y sin caer en la tentación del diálogo interreligioso, que no nos interesa. Vamos a contracorriente y de momento no podemos contar con la ayuda de una universidad, ni del gobierno de la Generalitat, ni de las iglesias o de donaciones. Nos gusta la música de calidad aunque pueda resultar más ardua y menos vendible. La espiritualidad light puede incluso perjudicar y por supuesto no ayuda a solventar problemas serios.



P.- ¿Nos podrías decir en qué proyecto o libro estás trabajando actualmente?

R.-
En primer lugar, hay cuatro libros acabados que esperan encontrar editorial que los publique. Tenemos en perspectiva la publicación de la lectura comentada del Evangelio de San Juan y ya estamos pensamos en publicar la nueva lectura que estamos haciendo del Corán. También está en proyecto un libro que es una mezcla de textos vedanta e inspirados por Rûmî. Y por último los cuatro grupos que están funcionando en el CETR para investigar cómo podemos heredar el legado de las tradiciones de sabiduría que nos han dejado nuestros antepasados y que esperamos que terminrán en una publicación.

P.-
Para acabar Marià, ¿podrías recomendarnos alguna obra de un artista que te guste especialmente?

La música me gusta toda: el jazz, el flamenco, la étnica, la clásica, también la clásica moderna...no en cambio la música más ligera. Utilizo mucho la música para hacer silencio: Bach, Mozart, Shubert, música barroca. También me gusta mucho la poesía y soy selectivo: la de tipo religioso, los haikus, la poesía china, también poetas laicos, pero profundamente religiosos, que en su tiempo fueron considerados malditos, Pessoa, Machado...

Pepa Torras Virgili. Licenciada en Derecho. Especialista en cooperación europea y derechos humanos

Ilustraciones de Lluís Valls Arenys (1927-2007)

domingo, 9 de noviembre de 2008

Estar en el mundo sin ser de él


"Alguien dice: "No puedo dejar
de alimentar a mi familia.
Tengo que trabajar muy duro
para ganarme la vida".
Puede vivir sin Dios, pero no sin comida;
puede vivir sin camino interior
pero no sin ídolos.
¿Dónde habrá uno que diga:
"si como pan sin consciencia de Dios
me atragantaré"?

Mawlânâ Rûmî (1207-1273)




Comentario:

El camino interior comporta mantener un cierto equilibrio entre lo que son las demandas y condicionantes de la vida exterior -excesivos y muchas veces abrumadores en nuestra atribulada contemporaneidad- y una presencia consciente y viva de lo que realmente somos. Ese ha constituido desde sus inciertos albores, en los primeros siglos del islam, el reto mayor de los sufíes: estar en el mundo sin ser de él (jalvat dar anyumân). Se trataría, pues, de operar libremente en todas las facetas del juego social sin por ello perder ni un ápice de lo que, a falta de mejor expresión, podríamos llamar presencia viva o dhikr, según el lenguaje técnico sufí, que no es sino esa dimensión de la consciencia que corresponde a nuestra verdadera naturaleza interior o yo esencial, por distinguirlo del yo fenoménico y egoico. De tal manera que madurar en la senda interior no es sino vivir con plenitud en el mundo, mas independientemente de él, como una pura presencia o testigo no implicado en el devenir de las cosas. La presencia interior, fruto del dhikr constante o recuerdo de lo que en verdad somos, fomenta el desapego, la ecuanimidad y una mayor objetividad en la mirada. El derviche no depende de las cosas ni de las situaciones, por lo que una cierta invulnerabilidad se va asentanto en él poco a poco. La esencia de la senda sufí consiste, justamente, en mantener viva dicha presencia y en conectarse a ella a cada instante; presencia que opera a la manera de una fuente inagotable de energía y vitalidad en la que podemos reponernos. Lo dicho desmiente, por lo tanto, que el derviche sea alguien socialmente inútil. Al contrario, el derviche es un hombre de soluciones, el más práctico de todos, precisamente porque la suya es una mirada distanciada emocionalmente de las cosas, de los hechos y de las personas. Halil Bárcena

jueves, 6 de noviembre de 2008

Sobre el maestro sufí


Del maestro sufí


Halil Bárcena






Algunas premisas:

1. Es axiomático que toda espiritualidad, en tanto que camino de aprendizaje interior, necesita siempre la función-tarea-figura… del maestro (Mawlânâ Rûmî dice: “Es tan fuerte nuestro ego que es de locos pensar que es tarea fácil dominarlo y más aún que puedo hacerlo solo").

2. Esto es tan válido hoy como lo fue ayer, dado que es consustancial al ser humano en tanto que ser simbiótico. Sin embargo, dadas las características de nuestro contexto cultural europeo (sociedades laicas, democráticas, de innovación y conocimiento, post-religiosas, sustentadas en el cambio y la movilidad constantes y no en creencias…) dicha función-tarea-figura del maestro no puede obedecer ni remitir a patrones del pasado ya caducos.

3. El maestro es siempre una persona

Quién es:

Se impone aquí una clasificación:
1) Grandes maestros espirituales universales del pasado, de los cuales nos queda:
a) su legado espiritual (tal vez su escuela o círculo)
b) y/o su legado literario
2) Maestros espirituales contemporáneos (vivos, es decir, con los que puedo mantener un contacto personal) que mantienen-perpetúan-recrean-transmiten el legado de los grandes maestros del pasado, al tiempo que son originales.

Los grandes sabios y maestros de la espiritualidad universal (del sufismo, por ejemplo) han sido siempre soberbios estrategas, magos a la hora de escenificar trucos y estratagemas, cuentistas de primer orden. Todos ellos se han caracterizado por ser siempre originales, en el sentido gaudiniano del término:

1) originales en tanto que buenos conocedores de los “orígenes”, de la base, de los fundamentos aurorales, de la esencia de la tradición, si se quiere decir así. Son originales y, por ende, auténticos.
2) originales en tanto que singulares, innovadores, creadores, personales.

Dicha originalidad les ha llevado a operar y proceder siempre teniendo en cuenta tres factores fundamentales: a) tiempo b) lugar y c) personas.

Hoy, podemos tener acceso a ambas categorías de maestros, pero la experiencia humana y espiritual es diferente ya se trate del maestro espiritual del pasado o del maestro vivo, cuyo impacto tendrá otra calidez y calidad dada la experiencia de proximidad.

Será a este maestro vivo al que me referiré a continuación:


Cuál es su papel:

Si la espiritualidad (y menos aún la sufí) no se enseña pero sí se contagia, tal vez el papel del maestro espiritual hoy sea justamente ese, contagiar. Y hacerlo desde la más absoluta y radical libertad. El maestro sufí, el ustâd o el shayj, es, por definición, alguien libre, que no nos necesita para nada. Su obrar es, pues, pura gratuidad, ya que no le mueve sino el deber, la responsabilidad y el amor por el otro.

Un problema de nuestro tiempo: a diferencia de otros lugares y culturas tradicionales, nuestra cultura europea, posee intelectuales y eruditos, pero no maestros.

La principal función del maestro sufí es transmitir, contagiar, esa otra mirada de la realidad real; mostrar que la cosas son lo que son, lo que vemos de ellas, y otra cosa más. Una nueva mirada que precisa un despertar previo, un abrir los ojos por primera vez. Por lo tanto, el maestro está para despertar esa posibilidad latente en todo ser humano, para hacernos conscientes de nuestra condición adormecida.

Cómo es:

1. El maestro es fundamentalmente un ser humano libre, alguien que, por lo tanto, no precisa de nosotros. El maestro no nos somete, ni sojuzga, ni nos pide nada a cambio. El maestro contagia libertad.

2. Hoy, el maestro no es un sustituto de nada: religión, creencias…etc. El maestro no viene a llenar ningún vacío, sino que, contrariamente, está aquí para vaciarnos de cuanto es un lastre; y las creencias religiosas o de otro orden, lo son.

3. El maestro acaricia pero también corrige; sonríe pero también frunce el ceño. Al igual que el amor o el sol, el maestro reconforta y... confronta.

4. El maestro no está para que se le rinda pleitesía sino para servir (es un jâdim, un sirviente), pues en tanto que ser humano de profunda espiritualidad siente la necesidad de compartir con el otro esa otra mirada de la realidad a la que nos referíamos antes.

5. El maestro es un posibilitador, el detonante que facilita el despertar; no dispensa creencias, nada en qué creer, ni da recetas o fórmulas mágicas, sino pistas que indagar y verificar.

6. El maestro despierta en nosotros la capacidad de confiar en lo que a falta de mejor expresión llamo nuestra fuerza-certeza interna.


7. Es el que nos muestra que de todo -libro, situación, naturaleza…- y todos se puede aprender. Ahora bien, un maestro es una persona, no un libro. Que el maestro despierte en nosotros la capacidad de aprender de todo, de leer el mundo desde la desegocentración y la libertad, no significa que todo sea un maestro. Al libro lo puedo manipular, sobre todo si mi aproximación no es lo suficientemente desinteresada, pero al maestro no. Abrirse al maestro nos permite saborear la presencia del maestro en nuestro interior y en todo.

8. En la relación con el maestro se dan al mismo tiempo:
a) la libertad ya antes aludida, y
b) un compromiso que no es sumisión (¡se ha de saber con quién se cuenta en el camino!). Se dice en el Romance del Conde Arnaldos: "Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va". Por lo tanto, aquí se impone decir que existen niveles diferentes de compromisos y de intensidades en el camino y convendrá no juzgarlas, puesto que para lo que para uno es atadura para otro será liberación.

9. El camino es siempre individual, nadie lo hace por nadie, pero la presencia del otro suma. El adagio derviche dice:
“Trabajamos juntos pero solos”.

10. El maestro solo está paso y medio por delante del resto. Por eso, puede guiar, porque es cercano, próximo, no alguien divinizado al que solo me queda creer o someterme o adorar.

11. El maestro comparte fundamentalmente heridas y cicatrices del camino, no teorías.

12. Hable el lenguaje espiritual que hable, el maestro es universal. Como reza un adagio derviche: “El maestro lo es para todo el mundo” -incluyo aquí a los grandes maestros del pasado, por supuesto-.

Poetas: Ángel González


Ciego *

¿Ciego a qué?
No a la luz:
a la vida.

¿Sordo a qué?
No al sonido:
a la música.

Abre los ojos,
oye:
nada ve,
nada escucha.

Como si el mundo entero
una nevada súbita
lo hubiese recubierto
de silencio y blancura.

* Otoños y otras luces, Barcelona: Tusquets, 2008





Tú mismo lo dijiste:
‘aquí sí es peligroso’.
Te referías
a la luz de las llanuras altas,
a su aire tan claro y transparente,
al paso de las aves
por los senderos del espacio,
a la brillante flota de las constelaciones,
al rumor del río Duero,
que tampoco da tregua.

Pero no se trataba sólo de eso:
en el fondo,
te estabas refiriendo a la pureza,
a la honda verdad que se desprende
de lo que vive en plenitud y es libre,
y deja
en quien contempla tanta maravilla
un poso de nostalgia
y el temor de no ser
signo de recibir dones tan altos.

¿Basta el deseo para merecerlos?
¿Qué otras credenciales avalaban
tu avidez?

Ignorabas, temías.
La luz aquella que te deslumbra
ilumina la meta, no el camino.

Para quien anda a tientas,
y no sabe,
la noche abierta es un peligro hermoso.

Otoños y otras luces, Barcelona: Tusquets, 2008


Ángel González (Oviedo, 1925-Madrid, 2008). Poeta de la llamada generación de los cincuenta, su poesía intimista con toques de ironía aborda asuntos cotidianos, mediante un lenguaje coloquial y urbano, accesible y transparente. El paso del tiempo, el amor y el compromiso cívico son tres constantes en una obra poética que destila un fondo ético de solidaridad y libertad humanas. Otoños y otras luces es su último libro.

Sección coordinada por Pepa Torras Virgili

lunes, 3 de noviembre de 2008

De la respiración


"Alguien dentro de tu respiración
te da también respiración,
promesas de unión.
Respira con él hasta tu último aliento.
Él te lo da con amabilidad y misericordia"


Mawlânâ Rûmî (1207-1273)








Comentario:
La respiración, en tanto que función fisiológica, es automática. Se produce en mí sin mí. Nuestra disposición biológica nos permite respirar sin tener que preocuparnos a cada momento de tener que inspirar y expirar, ¡cosa que nos facilita mucho las cosas! Aun a pesar de no ser consciente de ella, continúo respirando. Pero, al tiempo, la respiración es la única función fisiológica que puedo convertir en consciente modificándola a voluntad. Ser conscientes de la respiración, hûsh dar dam, lo enuncian en persa los derviches naqshis, nos abre a una nueva dimensión de nosotros mismos y de la realidad. La respiración no es un puro acto mecánico sino un ejemplo de la vida haciéndose en mí, operando en mí, transitando a través mío. En la medida que soy consciente de ello y al mismo tiempo que me vacío en su ritmo, puedo afirmar que yo no soy quien respira, sino que es la propia respiración la que me respira, del mismo modo que la vida me vive y se hace en mí. De otro lado, la respiración nos sitúa en el ahora y aquí. Una curiosidad léxica: en persa, la palabra dam quiere decir tanto "instante" como "respiración". Así, cuando se define al sufí como "el hijo del instante" es lo mismo que decir "el hijo de la respiración", que se hace para cada ahora y no para después. Toda respiración no consciente es, en definitiva, una respiración muerta. Todo instante vivido en la ausencia y la desatención es un instante perdido, como si no se hubiese vivido. Halil Bárcena

Lecturas recomendadas

  • Abbas Kiarostami, Compañero del viento (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2006).
  • José Antonio Antón Pacheco, Intersignos. Aspectos de Louis Massignon y Henry Corbin (Athenaica, 2015).
  • Khalili, Una asamblea de polillas (Mandala, 2012).
  • Masood Khalili, Los susurros de la guerra (Alianza, 2016).
  • Olga Fajardo (ed.), La experiencia contemplativa. En la mística, la filosofía y el arte (Kairós, 2017).
  • Seyed Ghahreman Safavi, Rumi's Spiritual Shi'ism (London Academy of Iranian Studies, 2008).
  • Shams de Tabriz, La quête du Joyau. Paroles inouïes de Shams, maître de Jalâl al-din Rûmi. Trad. Charles-Henry de Fouchécour (CERF, 2017).
  • Tom Cheetham, El mundo como icono. Henry Corbin ya la función angélica de los seres, (Atalanta, 2018).

¡Ah... min al-'Eshq!

"A nosotros que, sin copa ni vino,
estamos contentos.
A nosotros que, despreciados o alabados,
estamos contentos.
A nosotros nos preguntan: “¿En qué acabaréis?”.
A nosotros que, sin acabar en nada,
estamos contentos"

Mawlānā Ŷalāl al-Dīn Rūmī

¡... del movimiento a la quietud!

... de la palabra al silencio !!!

"Queda mucho por decir,
pero será Él quien te lo diga
para que lo entiendas, no yo"

Mawlânâ Yalâl al-Dîn Rûmî (m. 1273)